Así que empezaste a hablar de camisas, y la tuya, era muy bonita.
Y cuando tu manos comenzaron a recorrerla, entonces yo empece a imaginarte sin ella.
Y si tu voz no hubiese intervenido, habría llegado hasta el cinturón de cuero.
Esa, grave, que me devuelve a tus ojos, cada vez que en mi imaginación me pierdo
no cuenta con que lejos de ser mi guía, es la maldita que me invita al deseo.
¡Qué hermosura!
ResponderEliminarResultados sexuales...
ResponderEliminar(no viene al caso, pero mientras lo leía me acordaba de eso).
Chicos, dedicado a mi profe de Sociedad y estado ajajaja ♥
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